Da generosamente, lo que recibes no tiene fin.
No se trata de quien te hace un regalo o un favor, se trata de la plenitud de esa experiencia. Dar, dar y dar (o compartir, amar y dar apoyo) es una recompensa en sí misma. Al final de tu vida, no será el tamaño de tu casa o de tu billetera lo más memorable, sino el tamaño de tu corazón, expresado en acciones hacia los otros.
Da algo de ti mismo cada día de tu vida. Y podés comenzar ya mismo:
* Acá tengo este abrazo para vos.
* Acá tengo esta oración o esta bendición.
* Acá tengo estos veinte dolares.
* Acá tengo esta pregunta para ayudarte a clarificar algún tema.
* Aquí tengo este tiempo para ayudarte a bajar del auto o de tu silla.
* Aquí tengo este tiempo para visitarte y que te sientas acompañado.
Al menos una vez al día, o dos, o tres. Sí, vos tenes el tiempo; todos tenemos el tiempo. Comienza por algo pequeño. Practica.
DAR ES LA MAYOR RECOMPENSA.
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